Pocos artistas me han calado tanto, tanto por su trayectoria personal como artística, como lo ha hecho Josep Renau (Valencia, 1907-1982). Tiempo hacía q quería dedicar una entrada a éste cartelista, pintor, fotomontador, diseñador y revolucionario, y la celebración de una retrospectiva en el IVAM de su ciudad natal me viene al pelo para hablar sobre él.
De nuevo pasaré magnamente de daros datos biográficos, ya q en la red los encontrareis a capazos. Solo decir q su compromiso político durante la República, realizando carteles de propaganda en tiempos de guerra y siendo Director Gral. de Bellas Artes, y en los exilios q le llevaron primero a Méjico (39-58), donde practicó el muralismo junto a artistas como Diego Rivera, y posteriormente a la RDA (58-82), dónde generó los q, personalmente, me parecen los fotomontajes más increibles, críticos y satíricos, políticos y estéticos, de todos los q he visto hasta el momento, le convierten en una figura clave para entender el arte agitador y contestatario del s.XX.
Sus series The American Way of Life y Fata Morgana tienen tal impacto en la retina del q los contempla, que ante tal mezcla de crudeza, denuncia, arte popular y vanguardista, velocidad y ritmo, artesanía y tecnología, sensibilidad social y esperpento, nadie, de la condición social o política que sea, puede quedar indiferente.
Pocas veces -a mi entender- se puede encontrar tal síntesis de estética y política, coleguirulis. Muchas veces el mensaje se acaba comiendo al medio, y el panfletarismo reduce la impresión estética (sucede en todas las prácticas artísticas) de una obra, o por el contrario la pretensión artística diluye la crítica hasta convertirla en algo incidental. Aunar los dos aspectos es algo q solo grandes creadores son capaces de plasmar en su obra, y desde luego Renau es uno de esos artistas.
De nuevo, como me ocurrió con Ralph Bakshy (ver Arte Chocadélico III), la obra de Renau me fué acompañando silenciosamente a lo largo de mi vida, en portadas de discos, en carteles q tenían mis padres por casa, en alguna exposición sobre arte republicano, pero fué cuando descubrí al personaje, al comunista y al artista, que todo cuadró en mi cabeza, y os prometo q su huella ha sido enorme.
¿Hasta donde hay que llevar el compromiso político en la obra individual? El debate puede llevarnos meses, pero está claro que el ser consecuente en vida y en obra es una de las luchas fundamentales del artista dentro de la sociedad capitalista, pq mercado e ideología viven en perpetuo conflicto. Pero cuando, como en caso de Renau, la obra es de tal calado, nadie en éste puto montón de mierda q llamamos tierra puede negar su valor universal y su repercusión en la historia del arte -aunque a quien le importa la hª del arte, impacto en el espectador y en el futuro del medio!. Y aunque siempre fué un comunista convencido, Renau es un anartista como la copa de un pino.
1 comentario:
Pues sí, es impactante,me gustan color y nitidez del mensaje, no tenía ni idea de que existía, allá me voy a internés a saber más.
Gracias profe!
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