jueves, 17 de diciembre de 2009

ARTE CHOCADELICO (VIII): Josep Mª Beà


El otro día estaba charlando con Maik en una pausa del curro en Siberia y le comentaba q estaba redescubriendo (o más bien descubriendo por primera vez) a artistas del cómic español de los 80's. Artistas cuyas obras en su momento no me interesaban un pijo, q me causaban una sensación de frío en el estómago -expresión muy adecuada q mango de mi novia, q la usa en referencia al jazz en su vertiente más free o be bopera- y cuyas histórias no entendía ni quería hacer el esfuerzo de atender. Todo era demasiado trascendente para un niño de 10 años q quería colorines y super-heroes a todas horas. En fin, q pasé de puntillas por la época dorada del cómic peninsular, en la q parecía q se estaba creando una industria sólida con afán de traspasar fronteras grácias a un esfuerzo editorial sin precedentes y al trabajo de grandes dibujantes/guionistas. Era la época de revistas como Rambla, El Cairo, Metropol, El Víbora, la época de Toutain y sus cómics de terror, donde era habitual ver los dibujos de Bernet (le dedicaré una entrada especial a esa obra magna q es Torpedo, con guiones de E.S.Abulí, no os la podéis perder aunque no os molen los tebeos, os grarantizo diversión a raudales), Carlos Giménez, E.Sió y muchos otros q todavía -lo siento, voy poco a poco- no he redescubierto.

Realmente fue una época especial, había ese algo especial en el aire, ese interés por capturar el zeitgeist a través de la imaginación, de convertir el cómic en una forma de arte q traspasase las edades, q sirviese para educar a la chavalada (o para des-educarla, ya me entendéis) y llevar a otro nivel de conciencia a los lectores. Eso es lo q el cómic debería ser, y en esa época habían contenidos acojonantes, radicales, rompedores. Uno de ellos es la obra de Josep Mª Beà.
Es imposible no leer sus Historias de la Taberna Galáctica o En un lugar de la mente y no quedarse perplejo y acongojado. Son ejemplos de la mejor ciencia-ficción q puedes leer, y el apartado gráfico es de una riqueza poco común. Alienígenas con alma, astronautas hijos de puta, mundos dentro de otros mundos...Cómo dice C.Giménez en el prólogo de la primera; "Sus argumentos, unas veces cómicos y absurdos, otras veces crueles e inhumanos, muchas veces macabros, imposibles y surrealistas, poseen el común denominador de la impecable factura de un autor que sabe contar sus historias, que sabe hacerse entender y sabe apasionar". Es una buena descripción de la obra de Beà, un humanista de esos q hacen de todo y lo hacen todo bien. Tenéis su bio aquí, decir q el pavo ha hecho cómics (llegó a trabajar en los USA con la editorial Warren de terror), es novelista, ilustrador e incluso compone música emotrónica cómo escucharéis en su myspace, con títulos de canciones q definen la idiosincrasia de su mente, tales cómo Recibo la masticación final o Ahora soy un emplasto.


Imaginaos un mundo habitado por robots, construido por una raza humana que se ha ido extinguiendo a lo largo de la historia, y de la que sólo queda un último representante, a punto de perecer de viejo. Imaginaos a toda una civilización mecánica asistiendo en directo a esa muerte a través de pantallas instaladas por todo el mundo. Imaginaos la muerte del último ser vivo, y el clamor de millones de voces androides al unísono exclamando: ¡¡¡LA VIDA HA MUERTO!!!
Ese es Beà y sus Historias de la Taberna Galáctica. Seres improbables en un universo absurdo habitado por millones de razas, descritos a través de los cuentos q se explican los viajeros q paran en un antro de vicio y degradación ubicado en un monolito del espacio. Yo me he quedado muy pillado, de hecho ya he sampleado una de las grandes reflexiones q se pueden encontrar en éste cómic, q me ha servido para desatascar la letra del nuevo tema de Ch El Fin está cerca: Hoy puede ser el pasado de un futuro mejor.
Ciencia y ficción, filosofía futurista, gatos y sexo, diversión y surrealismo. Reconozco q hay veces en q se me escapan reflexiones, pero eso es lo mejor en cualquier obra de arte, ya q te da la posiblidad de redescubrirla en el futuro y sorprenderte con el siguiente nivel de lectura.

No me atrevo a llamar a esta recuperación de obras de los 80's nostalgia... Pq en ese momento no me interesaron lo más mínimo! Creo más bien que he asumido un nuevo estado de conciencia que me permite acceder a obras q en otro momento era incapaz de entender. Es maravillosa la sensación de ver q el futuro también se encuentra en el pasado, de q nada termina, nada empieza, todo ha estado siempre allí y somos nosotros los q avanzamos y abrimos las puertas q nos permiten releer el continuo espacio-temporal.

Ey, y todo esto sin fumar porros!

lunes, 7 de diciembre de 2009

NACIONALIZACIÓN DE LA INDUSTRIA DISCOGRÁFICA, por Alí Omar

Esta vez cedo de nuevo la palabra a gente q tiene algo q decir a proposito de la crisis de la industria del entretenimiento. Cómo está claro q no va ha haber ni refundación del capitalismo, y nadie se va a sentar para replantear las reglas del juego e intentar evitar estos colapsos ciclícos del sistema, las soluciones sólo podrán llegar desde el exterior, desde fuera del conjunto. Análisis q a priori parecen sectoriales resultan más generales de lo q parece. Cedo la palabra al hermano Alí Omar, cuyo blog Throw'em to the Lions (haz click en el link) es una barricada de inteligencia en esta batalla contra el analfaburrismo imperante. Ciao.


"La música en formato mp3 se ha convertido en un bien público económico, no rival y no excluyente, y cualquier intento de impedir su difusión gratuita basado en la propiedad intelectual o en la implementación de medidas legislativas que persigan salvar un modelo industrial compuesto por empresas capitalistas está condenado al fracaso gracias a la innovación tecnológica o el desarrollo de las fuerzas productivas. La estrategia de negocio de las discográficas es hoy obsoleta no sólo debido al fin del formato cd o a que la venta de música en soporte físico se transforme progresivamente en un mercado menor de objetos de lujo, artísticos o de coleccionista, sino ante todo porque han perdido dos de las armas sobre las que las multinacionales establecían su hegemonía: el oligopolio en la promoción comercial y distribución de música y el alto coste de las tecnologías de grabación que les otorgaban una posición de intermediarios ineludibles.
Con el fin de mantener su posición dominante, dado el descenso de ingresos por ventas de discos, las discográficas han introducido un nuevo tipo de contratos en los que se apropian de las demás áreas de negocio en las que existen beneficios, los conciertos y el management. En la mayor parte de los casos, se trata de prácticas abusivas donde se cobra por un servicio que no se presta adecuadamente o no se presta en absoluto, en detrimento de los músicos que aceptan encadenarse a ese tipo de contratos a cambio de que se les adelante el dinero de la grabación de un disco y que se haga publicidad de la banda. Son estos dos aspectos, la financiación de las grabaciones y la promoción o marketing, las funciones que, después de que la industria discográfica capitalista quiebre, alguien tendrá que asumir. Y, dada la naturaleza económica de bien público de la música, debe asumirlas el Estado.
Un modelo de industria discográfica con un cuasimonopolio estatal de hecho, en el que subsidiariamente las actuales multinacionales se dediquen principalmente a la gestión de su catálogo y algunas pequeñas empresas mantengan una especialización muy concreta (vinilos, singles, estilos minoritarios con un público fidelizado por esa discográfica como marca de prestigio, etc.), un modelo con estas características resultaría no sólo viable sino deseable. En él, las bandas tendrían capacidad de elegir entre diversos tipos de contratos de coparticipación en los beneficios o pérdidas de acuerdo con la necesidad de financiación requerida y el riesgo asumido, tendrían acceso a seguir grabando discos en estudios profesionales, con una calidad de sonido y una producción óptima, huyendo de la tendencia al amateurismo de grabaciones caseras o demasiado baratas que amenaza con imponerse, y el Estado incluso podría recuperar los costes. Si los costes fijos de una grabación son cada vez menores y los costes marginales de la distribución de música en formato inmaterial son nulos, los ingresos que compensarían esos costes totales tendrían que provenir del porcentaje de derechos de autor que las discográficas se arrogan en ocasiones y de los derechos de comunicación pública con finalidad comercial. Ello implica una imprescindible necesidad de nacionalizar las entidades de gestión de derechos, terminando con la larga y deplorable lista de prácticas mafiosas de este tipo de monopolios privados, consiguiendo, y el avance tecnológico lo permite, que quienes cobren esos derechos sean los músicos cuyas canciones realmente se reproducen, participando el Estado en el cobro de esos derechos de la misma forma que hacen las empresas discográficas.
Naturalmente, el prerrequisto de todo lo anterior radica en que el Estado se abstenga de prolongar artificialmente la vida de las grandes empresas discográficas, deje que éstas desaparezcan inexorablemente y destine los ingentes recursos públicos que benefician en exclusiva a unos pocos al conjunto de la industria, bajo control y dirección estatal."