sábado, 31 de mayo de 2008

Huída del Planeta Anarquista

Hacia tiempo que iba detrás del libro de Ursula K. Le Guin ,Los Desposeídos, publicado en 1974. No es frecuente encontrar libros de ciencia-ficción política, aunque muchos de ellos sean parábolas sobre acontecimientos de la realidad en la que vivimos, y el hecho de que el libro hablase sobre un planeta regido por los principios del anarquismo lo convertía en un objeto preciado (naves espaciales y lucha social, genial!).
Y no me defraudó en absoluto, y eso q supera las 400 páginas y no tiene dibujitos. Imaginaos un futuro en el que los viajes interplanetarios son posibles, y en el q un planeta –q podría ser la tierra- llamado Urras y regido por los principios del capitalismo salvaje, genera un conflicto social entre clases poseedoras y desposeídas de tal calibre que al final la única solución para reestablecer el orden es dar la luna más próxima, Anarres, a los revolucionarios (llamados Odonianos por seguir los postulados de Odo, una especie de Lenin en versión femenina) para que construyan su utopía y se mantener alejado el fantasma de la libertad.
Y la utopía se hace realidad: se construye una sociedad sin estado, sin policía, sin religión, sin propiedad privada, sin relaciones de género desiguales –se erradica el matrimonio-, sin relaciones de posesión. Un mundo en el que los niños son criados por todos y no por los progenitores, en el que la población aprende todos los trabajos, que se distribuyen según las capacidades de cada uno (las tareas más difíciles y agotadoras se reparten entre todos/as), y no existe el dinero. Y si no quieres seguir las coordenadas sociales, te piras y te estableces alejado de los núcleos urbanos a vivir a tu olla. La opinión de la gente es lo único que regula la vida diaria. Se vive en un planeta de recursos limitados y acorde a éste hecho no se tiene una economía capitalista de crecimiento constante e inexorable que los amenace. Sus índices económicos son una mierda, la competitividad no existe y por tanto tampoco la explotación del hombre por el hombre. No son ricos, no son pobres, tienen sus necesidades cubiertas y tienen el mismo acceso a cultura, educación, sanidad,..
El subtítulo del libro fue en su momento “Una utopía ambigua” y describe la historia de un científico que ve como se censuran sus ideas revolucionarias por una opinión pública que a terminado estancando los principios revolucionarios. Lo mejor es que la huida al planeta capitalista le muestra q mejor se hubiese quedao en casa, q la libertad o es de todos –con sus problemas- o no es de nadie, por muy aparentemente libre q parezca una sociedad neo-liberal. Siempre he visto a la gente q me rodea, mi mundo y mi pueblo, como una generación de personas que intentan vivir a su manera dentro del sistema. Hemos crecido juntos y nos queremos, nuestras relaciones son honestas y dentro de nuestro círculo justas y solidarias. No somos racistas, no nos consideramos de ningún país, y siempre vamos por el mundo sin engañar a nadie. Vivimos acorde con nuestras necesidades, q son pocas y ajustadas para permitirnos dedicarnos a lo que nos gusta, y somos críticos con lo que vemos, sobretodo en lo referente a nuestro trabajo, la música, q es de lo q podemos hablar con propiedad.
Pero también formamos parte de éste tinglado económico-social. Siempre que hay pasta consumimos música, cómics, pelis, instrumentos, viajar de vez en cuando, y a veces nos mola comer un foie en el Vaso de Oro (bar antológico de la Barceloneta) y beber abundantemente, y si hay postre, avanti popolo. ¿Somos contradictorios al defender en nuestra música y vida otro tipo de sociedad? ¿Hasta q punto nuestro limitado bienestar contribuye a perpetuar las relaciones económicas desiguales? Cuando veo a pavos/as vistiendo ropa de 600€ fabricada en el 3er mundo sobreexplotando a la población, me da mal rollo, pero yo llevo unas bambas q me han costado 70 pavos. ¿Dónde está el límite? Está claro q no creemos en la “democracia parlamentária”, ni en que sean los principios de la economía los que rijan los designios de la población, ¿pero cual sería nuestro encaje en una sociedad libertaria? ¿Cuál sería el papel del artista, de la misma industria del entretenimiento, en ella?
Pero a un nivel más personal, ¿podríamos vivir relaciones emocionales sin posesión? Sin celos, sin esperar recibir nada a cambio de nuestras atenciones, sin un cariño continuado, sin expectativas más allá de satisfacer nuestras necesidades sexuales e intelectuales esporádicas,… ¿Podríamos vivir sin el amor de museo, sin el amor perfecto de las películas?
¿Cuál sería el papel del individuo occidental contemporáneo en una sociedad anarquista? ¿Coartaría nuestra libertad creativa o nuestra heterodoxia/freakismo?
El hecho de que la utopía anarquista no se haya puesto jamás en práctica (salvo en momentos concretos muy cortos), ni haya sido enterrada por una mala praxis (el socialismo de la URSS y otras dictaduras pseudos-comunistas), la convierte en un referente valido a la hora de reconstruir la utopía moderna. Porque hay que tener imágenes q guíen tus pasos, unas veces metas puntuales y otras objetivos inalcanzables pero no por eso menos validos, hay que avanzar, esto no es el fin de la historia. Esto es una distopía transitoria en la que millones de personas mueren de hambre cada minuto, en la que la mayoría no pueden soñar porque viven en una pesadilla, en la que la gasolina vale más que la sangre y mandan los malos. En la que no puedes ser como quieres ser sin renunciar a determinadas ideas.
Y en lo referente al mundo artístico, tanto el surrealismo y el dadaísmo, como los situacionistas de finales de los 60, como la contracultura estadounidense, como el movimiento King Mob, precursor del punk en UK, ya entroncaron con el anarquismo y el marxismo para derribar el entramado comercial que –todavía hoy- controla el acceso a la cultura. Internet posibilita la libre comunicación de la creación y tal vez el que los niños cada vez vean más Youtube y menos la tv posibilite que las inquietudes de la gente se vayan alejando del mainstream y se acabe con la dictadura de las multinacionales del entretenimiento. Sabotear la realidad a través del arte, sabotear el arte a través de la realidad. Está claro q es una libertad aparente, pero es algo q hace diez putos años parecía imposible.
Bueno ¿Qué cojones quiero decir con todo esto? Pues que solo la conjunción de antiguas utopías con las nuevas formas de rebelión, tanto sociales como culturales, solo la unión de viejas propuestas con nuevas formas de actuación, aprovechando las brechas q se abren en la sociedad de la comunicación, permitirán elaborar unas bases para desenmarañar esta gran bola de confusión. Empecemos por actuar en nuestro círculo, difundamos nuestra manera de ver las cosas en nuestro trabajo, en nuestra familia, en los escenarios o en la calle. Y, como yo extraigo del libro de Le Guin, pensemos que quizás la utopía plantee sus problemas y tenga sus defectos, pero siempre será mejor y más justa para todo bicho viviente que el capitalismo salvaje.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La línea es delgada..."El banquer anarquista"te dará algunas respuestas.

Anónimo dijo...

me lo apunto! gracias