"La psicogeografía se proponía el estudio de las leyes precisas y de los efectos exactos del medio geográfico, conscientemente organizado o no, en función de su influencia directa sobre el comportamiento afectivo de los individuos".
Chocadelia Internacional, en su afán por promover nuevas estructuras de pensamiento, os propone un viaje alucinante por la Barcelona que nadie quiere ver. La Barcelona que no sale en las rutas turísticas ni forma parte de la artificial Barcelona "mestiza", nos referimos a la Barcelona porciolista y feista de los 60, que pese a querer ser minimizada, forma parte del skyline urbano y condiciona nuestra visión de la ciudad, a la par que nos influye emocionalmente ante su visionado continuado e imposible de evitar.
Porque de eso se trata, amigos y amigas del urbanismo condal. De una operación quirúrgico-arquitectónica en puntos estratégicos de la ciudad realizada con la voluntad de imbuir al ciudadano y ciudadana de un desánimo vital, de un pesimismo gris, de romper espacios mágicos para quebrar su voluntad e identidad. Por ello, Chocadelia os propone confeccionar un MAPA PSICOGEOGRÁFICO DE BARCELONA y revertir ese efecto pernicioso a base de imaginacón y juego. Solo usando nuestras armas, la imaginación y la sátira, será posible recuperar esos espacios desoladores para la raza humana.
POR UNOS DERECHOS URBANOS UNIVERSALES, analicemos con detenimiento 6 casos de Crímenes Contra la Urbanidad.
Nuestro tour empieza en uno de los símbolos del llamado movimiento "brutalista" que se desarrolló en la arquitectura europea de los años 60, intimamente ligado a la cultura pop, y caracterizado por una pretendida modernidad rupturista y la intención de renovar espacios urbanos tradicionales. Es decir, cagar mamotretos de hormigón y vidrio en medio de barrios históricos de las grandes urbes. Así es como lo entendieron los arquitectos de la perversa Torre Colón, ubicada en el carrer del Portal de Sta. Madrona, al ladito de esa maravilla medieval que son las Drassanes del puerto de Bcn.
Surgida a partir del boom especulativo de la construcción de edificios de oficinas, duele más que otra cosa. Pretendidamente sus formas angulosas y su "corona" en forma de pirámide invertida (de hormigón, como no, alguien se hizo muy rico con él, seguramente alguien que ahora yace en la prisión por corrupción urbanística) quieren evocar las formas de una nave surcando los blablablabla. La realidad es unívoca: un rascacielos de medio pelo que rompe absolutamente con su entorno, que ha envejecido fatal, y cuya "corona" huele a helipuerto fallido en el que solo las gaviotas aterrizan de vez en cuando. He ahí el primer Crímen Contra la Urbanidad del brutalismo.
Torre Colón, pecado de nuestros padres. Lalo, guapo.
Y es que no hay nada peor que los modernos. Gente que se caga en lo antiguo sin tón ni són y reclama con voz chillona la instauración de nuevos cánones estéticos. Pues como me decían cuando pintaba en el pupitre en el colegio, "hazlo en tu p*^ta casa, mamarracho". Y eso es lo que alguien debería haberles dicho a los lumbreras -se su nombre, pero tampoco hay que condenar a los hijos por las obras de sus padres- que edificaron l'Edifici Novíssim de l'Ajuntament de Barcelona, adyacente al susodicho ayuntamiento y en el corazón del barrio Gótico, una pequeña maravilla que se mantuvo intacta y decadente hasta que llegaron estos señores, y los fantoches del tardo-franquismo local les permitieron perpetrar este aborto arquitectónico. Un ataud cúbico de aluminio, hormigón y vidrio -que originales- que emerge por encima de la ciudad medieval, la menosprecia altivamente, y que para más inri se rie de sus vecinos al estar llena de escudos del diabólico Subirachs. Maldita la gracia que debió hacerles, en vez de ayudarte a restaurar tu depauperada escalera, sales cada día de casa y ves a tipos con la cara angulosa y pinta de no haber comido nada en meses. Un nuevo Crimen Contra la Urbanidad, aunque como monumento a los desmanes urbanísticos de Ciutat Vella no tiene desperdicio.
Edifici Novíssim de l'Ajuntament de Bcn, ¿porque?
El siguiente caso de pesimismo urbanístico tiene guasa, porque es el edificio en el que se ubica el ilustre Col.legi d'Arquitectes de Catalunya, en la plaça de la Catedral. El corporativismo en su estado más puro. Uno se puede imaginar las guerras intestinas en su seno a principios de los 60, los jóvenes caníbales del brutalismo que salían de sus juergas de niños pijos en las boites de la calle Tusset (ahora decadentes clubs demodés) y se enfrentaban a los carcamales arquitectos neo-clásicos -por llamarles de una manera fina, que no todo lo clásico tiene CLASE. Para verlo. Mejor NO. El resultado de la contienda es visible en este edificio, los caníbales triunfaron y borrachos de poder construyeron un monumento a su megalomanía: "Muerte a lo viejo! Viva el vidrio y el pichiglás! Arriba el hormigo-gó!". Y pam, desbarajuste al canto al ladito del portal romano, los restos de las murallas y los edificios góticos del arzobispado catalán. Eso si, en una operación propagandística sin parangón, pusieron unos monigotes de Picasso sobre placas de... hormigón, como no. Y es que la mierda, con Picasso, entra mejor.
Col.legi d'Arquitectes de Catalunya, ole tus huevos.
Pero, ya que hablamos de la iglesia, aprovechemos para promover la apostasía, ya que tampoco la sacra institución no se quedó al margen de esa "ola" brutalista nefanda. Y vaya si no lo hizo. Miles de barceloneses, en la Bcn pre-olímpica, cuando no había rondas y debían salir por la Meridiana camino de Perpiñán a ver "Emmanuelle" y de la Costa Brava, tenían que sufrir la visión ineludible de una iglesia salesiana semejante a una nave espacial cylon en la plaça de Ferràn Reyes en el barrio de Navas, la de Sant Joan Bosco (foto 4)… Pero nadie entendía la referencia ni el chiste. Una iglesia gris de frescos fríos con imágenes gélidas de familias serias para unos años grises, todos sabemos de lo que estamos hablando. El problema es que esa arquitectura, hija de su tiempo, ha extendido su larga sombra por todo el futuro. Tal vez tengamos suerte y un crucero imperial perdido por la Vía Láctea la confunda con un caza enemigo y la desintegre.
Esglesia de Sant Joan Bosco o los curas sumándose a la fiesta.
Una de las peores invasiones del espacio público de la arquitectura de los 60 ocurre en el corredor que sirve de transbordo de la linia 3 a la linia 4 del metro en la estación de Passeig de Gràcia (foto 5). "Eso", como propiamente debería ser llamado, no es directa responsabilidad del brutalismo, sino del desalmado hijo de satanás que edificó un parquing debajo del Passeig de Gràcia y que, lejos de pensar en los miles de transeuntes que deberían realizar dicho transbordo diariamente y hacerles más soportable la carga acortando su distancia, prefirió ganar más dinero y obligar a desviar el corredor para ganar unas jodidas plazas de aparcamiento. Resultado: 300 metros de un pasillo que juega enfermizamente con la percepción visual del caminante, en una suerte de zoom invertido de hormigón que genera la ilusión óptica de alejar el final del corredor a medida que avanzas. Una verdadera tortura china que lejos de estar amenizada con infames anuncios, se presenta desnudo en su esqueleto de vigas y cemento armado. Un ataque en toda regla a la felicidad y la esperanza, a parte de una trampa mortal en caso de tsunami o invasión de un ejército de cucarachas asesinas.
Perez's Corridor, broma cósmica y estafa en toda regla.
Terminaremos nuestro breve recorrido psicogeográfico, este paseo por el "horror" cementorio, en la Torre Acesa de la plaça Gal.la Placidia (foto 6), entre los barrios de Sant Gervasi y Gràcia. Panal de hormigón de 20 plantas que tuvo su mayor momento de gloria cuando, cual Coloso en llamas, vió arder sus plantas superiores hace ya unos años, sin consecuencias más graves que la quema de la posible documentación comprometida que Acesa, concesionaria de autopistas, guardase en sus archivos. Nunca lo sabremos, pero para que no nos olvidemos de sus santas madres cuando pagamos los peajes, siempre nos quedará su torre, que seguro nos sobrevivirá a todos.
Porque, amigos y amigas, esa es la conclusión final de este paseo por la distopía arquitectónica de los años 60 en Barcelona: la eternidad es demasiado larga como para dejar en manos de arquitectos-criminales y mentecatos modernos la remodelación de los espacios urbanos. A ellos, una velada amenaza: dejad en paz la identidad de los barrios y dedicaos a deshacer los entuertos en los que habéis metido -literalmente- a los ciudadanos y ciudadanas. Arreglad Bellvitge, Ciutat Merdidiana, Ciutat Badía o Sant Ildefons, experimentad con formas más humanas de des-hacinar a la gente, y no destruyamos la historia, reescribámosla ladrillo a ladrillo (idiotas). Mientras tanto, juguemos con ellas y descontextualicémoslas, quitándoles su pretendida trascendencia y testimoniando que son los restos de un futuro que nunca existió.
"Al suspender el 'sentido común' mientras nos movemos de un lugar a otro en nuestra vida diaria, podemos redescubrir el aspecto salvaje de la ciudad. Al explorar aquellas áreas en las cuales no tenemos ninguna buena razón para estar, podemos descubrir las razones que nos constriñen a frecuentar solamente ciertas áreas."
Fuentes:
-"Introducción a una crítica de la geografía urbana", por Guy Debord.
-"Psicogeografía, el arte de deambular con la cámara en la mano", por Francisco Gálvez.